La reforma de la Ley de Patrimonio Natural
Precisamente la reacción política del gobierno Zapatero en aquel año, a través de esta ley, fue la introducción de preceptos jurídicos que nacían de espaldas a la sociedad rural y a la propia supervivencia de otros seres vivos en sus ecosistemas más o menos autóctonos, mucha doctrina de partido. Cuando digo esto, sin ninguna duda, estoy refiriéndome al ser humano. Siendo exhaustivos y haciendo una exégesis profunda de la llamada “Ley Narbona”, ley 42/2007, de Patrimonio Natural y Biodiversidad, una de las especies que conforman la riqueza de la biodiversidad, el ser humano, quedaría tras ese análisis desplazado de la mayoría de los espacios naturales y de muchos comunes rurales porque, de manera tácita, indirecta y obligada por esta ley, quedaría relegado a la categoría de posible especie invasora en muchos casos. Perjudicadas algunas prácticas tan básicas en la historia de la humanidad como la caza o la pesca. El preámbulo de la ley dice desempeñar una función social relevante, vinculada a la salud y el bienestar de las personas. Su articulado habla de su desarrollo social y económico; y que los principios que inspiran la misma se centran en el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales, así como de los sistemas vitales básicos.
Sin embargo, lo cierto es que a la vista de los hechos en estos años acontecidos desde su aprobación y aplicación ha tenido un resultado contrario hacia el ser humano rural. Sus comunidades locales han quedado afectadas. Curioso es que todos los partidos están de acuerdo por mitigar la despoblación rural, pero a la hora de respaldar lo dicho con acciones adecuadas estas van en dirección contraria. La consecuencia inmediata de algunos aspectos de esta ley es un motivo más a sumar al desplazamiento progresivo del ser humano desde el medio rural hacia la ciudad. La pérdida de la gestión en el medio; la progresiva falta de custodia de recursos naturales tan básicos como el agua, la producción cercana de alimentos; la gestión en la fijación del carbono; la conservación de los bosques, y la pérdida de BIODIVERSIDAD HUMANA serán otras consecuencias que afectarán a todos los espacios ya fueran urbanos o rurales.
Algunas especies, consideradas para ley invasoras han proliferado de manera no esperada por los propios principios de la Ley. Así ocurre con el cangrejo rojo en la mayoría de los lugares de España y con otras especies que la ley pretendía controlar o erradicar y el resultado fue el contrario según la mayor parte de los técnicos consultados.
No son solo las especies exóticas invasoras si no que, en líneas generales, la falta de gestión del medio ha provocado un aumento inusitado y descontrolado de especies cinegéticas en muchos lugares que provocan cuanto menos daños en la agricultura; en los repoblados naturales forestales; se han incrementado las cifras de accidentes de tráfico en algunos itinerarios; y algunos estudios dicen que pueden ser un riesgo potencial para la posible transmisión de enfermedades. En definitiva una ruptura de los procesos ecológicos esenciales que la ley pretendía proteger y que se caracteriza por el ataque al desarrollo social o económico de determinados sectores de negocio rural, pero sobre todo vital. Consecuencias directas nefastas y millonarias en términos económicos en empresas relacionadas con la caza o la pesca, todas ubicadas en el medio rural.
Despidos relacionados con el cierre de empresas y desolación del medio rural patente en las zonas afectadas. Alguno proponen medidas mágicas para combatir la despoblación, mientras no quieren reconocer que seguir con la aplicación tal cual de esta Ley es una bomba en el medio rural, y que nadie se atreve a relacionar a esta Ley según estaba, responsable en una parte del deterioro de las comunidades locales. Desde hace unas semanas los partidos políticos que impulsaron y aplaudieron aquella tienen la oportunidad de reflexionar y aportar su grano de arena a través del voto favorable a la reforma que ha promovido el Partido Popular. Primero en el Congreso de los Diputados y ahora se encuentra en el Senado de cuyo texto esta semana hemos votado sus enmiendas. No mucho se han movido las posturas iniciales a excepción de unos pocos. Tanto el Partido Socialista como Podemos se posicionaron en la abstención y el voto radical en contra respectivamente. Triste es que algunos continúen anclados en su rancias, añejas y arcaicas recetas las cuales indican que , según su doctrina en el medio rural, la figura del ser humano cuanto más lejos mejor. Dentro de unos días el pleno del Senado se pronunciará sobre la aprobación de estas enmiendas; una ocasión de oro para que algunos partidos reflexionen sobre el daño que se está haciendo al campo con sus políticas medioambientales que han demostrado ser harto negativas. No lo digo yo, lo dicen los resultado obtenidos prohibiendo, por ejemplo, la pesca del cangrejo rojo a través de su transporte vivo (pretenden que le cocinemos en el campo) las repoblaciones de trucha arco iris, o la pesca de la carpa que en algunas zonas de España ha supuesto miles de millones de pérdidas económicas tanto al turismo de interior, a las industrias que dependían directamente de estos sectores como al empleo que se encontraba fijado en el medio rural.
Esperemos que la coherencia con lo que se dice después se aplique con nuestro medio rural. Esperemos que cuando las enmiendas se lleven al Pleno del Senado en unos días y luego se ratifiquen en el Congreso, se mantenga esa coherencia que hasta ahora no se ha dado. Cumplamos el mandato representativo y escuchemos la voz del medio rural; el ser humano ocupa la cúspide de la pirámide de la biodiversidad y ella a la vez se debe. Expulsar al ser humano de esa cadena restringiendo sus usos y practicas traerá soberanas consecuencias para el habitante rural como urbano; cuando se reconozca el error será tarde, muy tarde, demasiado tarde.
Juan Carlos Álvarez
Senador del PP de Segovia