El senador del PP de Segovia, Juan Carlos Álvarez, en defensa del mundo rural y a favor de los efectos socioeconómicos de las especies exóticas
El Senador segoviano del PP, Juan Carlos Álvarez lamenta el daño que han vuelto a protagonizar contra el medio rural los Diputados del PSOE, PODEMOS y el resto de los partidos de izquierdas, sumado a la abstención de CIUDADANOS, que votaron contra la Proposición de Ley presentada por el PP en el Congreso para invertir las consecuencias producidas por el catálogo de especies exóticas e invasoras aprobadas por el PSOE años atrás. La elaboración de la modificación de este catálogo había sido acordada por PP, PSOE y C´S, por lo que el voto en “minoría solitaria” favorable del PP ha provocado una brutal respuesta por parte de la Plataformas de Afectados que tachan a Sánchez y Rivera como “traidores al mundo rural”.
Según el Parlamentario segoviano, esta Proposición de Ley del PP pretendía por un lado luchar contra las verdaderas especies exóticas invasoras, compatibilizando su lucha con el desarrollo socioeconómico del medio rural; salvando las estructuras básicas asociadas a los sectores afectados; fijando empleo; población; y manteniendo la vida en el medio rural desde este área tan importante como es precisamente el mantenimiento de la caza y la pesca más respetuosa con los usos tradicionales y naturales.
Todo empezó en 1997 con la aprobación de la Ley de Patrimonio Natural, Ley estrella de la Ministra Narbona, hoy presidenta el PSOE a propuesta de SÁNCHEZ. Esta norma, si bien pretendía regular el régimen jurídico básico de la conservación, mejora, uso sostenible, restauración del patrimonio natural y de la biodiversidad española; los resultados fueron totalmente contrarios a esos objetivos. Su afección directa a la despoblación rural, aparta tácitamente a la especie humana de esa pretendida restauración de la biodiversidad.
Desde esa aprobación de la Ley socialista, han sido cientos los cotos de pesca intensiva que se han cerrado; el 60% de las piscifactorías de las que dependían aquellos cotos, así como el sustento de otras tantas familias que trabajaban en ellas. Las ventas de material de pesca han caído un 50%; se han cerrado el 25% de los establecimientos relacionados con la pesca y se han anulado el 75% de las contrataciones turísticas internacionales que tenía asociadas. Muchos de los establecimientos turísticos dependientes del sector han visto reducidos sus ingresos y recortado su empleo, incluso algunos de ellos han tenido que cerrar.
El Parlamentario nacional, describe que en nuestra provincia, entre otros muchos, el coto de pesca intensiva de Coca es uno de los que fueron cerrados. Retirada la señalización que desde 1988 le identificaba, hoy podemos ver a las mismas especies piscícolas autóctonas en sus aguas, y en los mismos niveles de población que en 1987, un año antes de su apertura. Sin embargo no veremos ni una trucha arcoíris. Una situación que se repite en todos los cotos que fueron cerrados, incluso en los abiertos en los años 40 por el SNPFC, por lo que las razones que se aluden para culpar a las repoblaciones intensivas de trucha arcoíris de “esquilmar la pesca autóctona se han demostrado a todas luces engañosas y falsas”.
No menos ha sido el daño producido contra la pesca del cangrejo; cientos de licencias han caído por los suelos, así como la repercusión económica que tenía en nuestra provincia. El pescador prefiere colgar el retel y quedarse en casa antes que complicarse la vida pues la norma deriva a “matar al cangrejo” cuando se le pesca, lo que obliga a que ni tan siquiera merezca una línea nuestra opinión sobre este particular.
Otra en el objetivo es la Carpa originaria de Asia; se sabe que fue introducida por Roma hace 2.000 años y que fue la base del sustento de muchas colonias y poblaciones peninsulares. Incluso se han encontrado en Europa fósiles de carpa en el río Sena, junto a restos del neolítico; lo que nos haría reflexionar sobre cual y donde está el punto de apoyo para mantener las tesis o teorías vertidas y transformadas en normas jurídicas o jurisprudenciales, y desde cuando una especie es autóctona en un territorio o no. ¿Acaso la defecación que contiene semillas africanas de un ave migratoria sobre suelo español no son producto de la biodiversidad? ¿Las prohibimos también?
Es inmediatamente necesaria una solución de equilibrio entre la lucha contra las verdaderas especies exóticas invasoras, y la lucha contra la despoblación en el medio rural que lleve aparejada la defensa de las actividades cinegéticas y piscícolas de las que derivan tanto las industrias asociadas; centros de producción; comercios ligados a los productos complementarios de caza y pesca; actividades deportivas complementarias a las mismas y las actividades turísticas fuertemente dependientes de ambas entre otras muchas más. Por este equivocado camino, perderemos a los verdaderos custodios del patrimonio natural; de nuestra despensa, y de nuestro aljibe del agua para la vida: el habitante del medio rural. Nuestros montes; ríos; pastizales; lagos y reservas de agua; dehesas, nuestras montañas; todos ellos necesitan al hombre y a la mujer rural así como sus prácticas más tradicionales: la selvicultura, la ganadería, la agricultura; la industria rural en toda su extensión.
Todas estas nefastas actitudes contrarias llevan a declarar implícitamente especie invasora al ser humano en el medio, forzando a abandonar el territorio mediante la destrucción de sus formas tradicionales de vida y condenando al espacio que deja al abandono más absoluto de cuantos han acontecido desde la última glaciación. Por supuesto esto no es más que una parte de la vida en el medio rural pero los demás usos asociados no llevan mejor camino.
Juan Carlos Álvarez, pide coherencia y responsabilidad a los partidos mayoritarios para que reflexionen sobre lo ocurrido en el Congreso y luchen para detener las falacias que pretenden acabar con nuestro territorio rural. Que voten pensando en la sociedad rural que demanda soluciones inmediatas a nuestro territorio porque estamos convencidos que la despoblación se puede invertir; que hay miles de oportunidades sobre las existentes en el territorio compatibles con el respeto a la naturaleza y a sus ecosistemas; y que debemos hacer una profunda reflexión sobre las consecuencias que traerá al territorio seguir esta actitud inmovilista y destructiva contra dos de los usos más ancestrales de la humanidad.